Ambos municipios decidieron evidenciar su presencia en la avenida ornamentando los muros de obra limpia de la vía con apresurados murales que siguen dos de las tradiciones artísticas más importantes en Venezuela. El sector Oeste de la avenida empleó la tradición paisajística de principios de siglo XX (Manuel Cabré, Armando Reverón, etc.) y el sector Este con la tradición de arte constructivo desarrollada durante la modernidad. (Alejandro Otero, Jesús Soto, etc.).
Los eternos "habitantes" de la avenida Libertador durante la noche son transexuales que metaforizan en cierto modo la dualidad de la vía. Ellos se convierten, amparados por la oscuridad, en los artistas plásticos oficiales de ambos bandos, usando los nombres de aquellos para sí mismos.
La dualidad de la avenida pasa, una vez más, a ejemplificar y ser parte de la tradicional "colaboración" del poder político y el arte, donde el estado emplea la obra de arte como instrumento de propaganda.