Estas construcciones, que en un tiempo ostentaron con cierta fama su actualidad, son convertidas y alteradas digitalmente en una especie bizarra de monumentos encerrados a los cuales se le ha eliminado toda posibilidad de acceso. El objeto urbano transfigurado se presenta impotente, como un monolito, hueco o sólido y cuya naturaleza equívoca se evidencia a partir de una textura porcelanizada, craquelada y brillosa que confirma su fragilidad, una fachada decorativa. Este repertorio edilicio, estéticamente homogéneo, ubicado en el centro desmantelado de la ciudad, pertenece al entorno de vida del artista, una individualidad negada al espacio publico. Esconde también un repertorio de nombres cuyas referencias construyen otra geografía literal, ficticia; Limoges, Royal Copenhagen, Sevres, Meissen, Capodimonte, Rosenthal, Lladró, narran la historia de una utopía gloriosa, titulada sobre las estructuras anodinas en ruinas. Nomenclaturas que sostienen e ironizan una pretensión inconclusa, la pretensión de un paisaje del deterioro.
Ruth Auerbach, Sala Mendozas (director/curator). Caracas, Venezuela.